martes, 10 de septiembre de 2019

La Cueva

     Hoy pude sentirlo de nuevo, esa picazón en mi nuca, una leve descarga eléctrica que se distribuye por toda mi cabeza y no me deja en paz. Mis latidos del corazón aumentan su ritmo, mi espalda se siente tensa, mi piel a veces se eriza, tengo la inmediata sensación de frío, mi mente hace lo posible por aferrarse a lo que estoy haciendo: mientras escribo respuestas a correos de gente sin pizca de sentido común, mi vista se aparta de la pantalla, mi respiración se nota agitada, he dejado de teclear...
Es como si mi cerebro fuese abducido por un rayo de atracción alienígena, comienzo a separarme no solo de mi realidad, sino de las cosas que le dan coherencia (¿?) a mi día a día.

Si pudiese describirlo con alguna imagen, sería como entrar a una caverna oscura llena de neblina, con cientos de agujeros que pueden mostrar el exterior, pero que no tienen modo alguno exponer lo que hay en aquella cueva; cada uno de esos agujeros por los que se cuela muy poca luz son mis labores cotidianas, algunas de ellas bastante visibles, otras son sombras, unas más se esconden, se minimizan. Los huecos se van desvaneciendo en la medida que mi yo incorpóreo avanza a través de pasillos circulares, oscuros, profundos, la neblina jamás se aparta de mi vista, es como andar sin mis lentes, pero me permite ver solo lo suficiente, sé hacia donde va todo esto...

Al final del túnel no hay luz, hay un pasillo mucho más pequeño y oscuro, al entrar, las imágenes aparecen como surgiendo de una mancha gigante de chapopote: son sólidas, son claras, no hay algo que brille en ellas pero puedes apreciar lo que hay; estoy frente a ti, tratando de cubrirnos con una chamarra mojada, afuera de mi, afuera de nuestro improvisado refugio llueve a cántaros: gotas gigantescas que no dejan de azotarse sobre la delgada capa de tela que apenas nos cubre; te miro, me miras, siento tu calor, puedo ver algunos pies correr en distintas direcciones debajo de nuestro pequeño paraguas con mangas. Puedo percibir tu aliento, puedo observar tus cabellos rizándose con la humedad, puedo ver tu cara blanca con destellos blanquecinos: aquellos pequeños pelos transparentes que cubren toda tu piel pero que solo pueden ser perceptibles al tacto de los labios o a contra luz.

Puedo sentir la fría piedra debajo de nosotros, veo tus tenis deportivos ahora convertidos en pequeños sacos costosos llenos de agua - Es ropa Dry Fit- Me dices - se secarán muy pronto... - Mi escepticismo, mi incredulidad, mi inocencia, siempre me han jugado muy malas pasadas, aún siendo un recuerdo, el peso de toda mi ropa de algodón me oprime los hombros: mis brazos sienten algunos calambres por la posición en que se encuentran, me rozan los muslos, una enorme gota se ha colado entre el cuello de mi playera y mi espalda, ahora me recorre la columna, nada de eso importa: me río, estoy feliz de poder ocultarme de la tormenta contigo,  de haber escalado aquella montaña a tu lado, miro tus ojos, percibo paz, nos besamos, nos besamos en más de una ocasión, tus labios tan tiernos, tu boca tan dulce, quisiera que no se borrara.

Ahora todo es un momento brumoso: la imagen sólida parece correr a gran velocidad, me provoca vértigo, mi chamarra deja de cubrirnos, desaparece, tu sigues de pie frente a mi pero tu mirada es fría, estás inmóvil, la lluvia a dejado de caer, ya no estamos sobre una piedra, ahora todo se ve diferente, tus hermosas mejillas pierden color, no puedo sentirte, no puedo abrazarte, debajo tuyo fluye nuevamente aquel petróleo, ese horrendo líquido negro comienza a inundarlo todo,  comienza a cubrirlo, a engullir mi memoria, no hay forma de escapar, sé que desaparecerás.

Sin dar ningún paso, me deslizo hacia atrás: las paredes rocosas de la caverna comienzan a aparecer al rededor de mi, la neblina se acerca desde mi espalda, me rodea, me rebasa; reaparecen aquellos agujeros, los que fueron siempre borrosos ahora comienzan a incrementar su tamaño, inician a acaparar mi mirada, la luz que filtran es artificial, es un espacio cerrado, incómodo, es una oficina, todo sucede tan rápido, no quiero regresar...

Es muy tarde, ha sucedido nuevamente y es muy probable que sucede en más de una ocasión durante el día, no puedo evitarlo, solo puedo esperarlo. Mis actividades entran en una pausa inevitable, el tiempo siempre se vuelve más lento, desaceleración necesaria para que todo mi cerebro se enfoque en los recovecos más profundos de mi cabeza, para traerte de vuelta una vez más a través de mis memorias ahora ficciones. Me duele el pecho. Sucede tantas veces que ahora solo trato de ser un espectador pasivo, procuro quedarme inmóvil, no interactuar más con esos sueños que vivo aún despierto, he de tratar de ignorar los detalles, no caminar más dentro de mis propias tinieblas, detenerme antes de sumergirme dentro de la caverna, debo dejar de pensar en ti por un maldito momento.

lunes, 26 de agosto de 2019

Finde

En el momento preciso en que iniciaba una canción, podías distinguir su melena a metros de distancia. Regularmente eran éxitos de los 80, baladas en español y pop del más digerible, en algunas ocasiones escuchabas a bandas como Soda Estéreo o Café tacvba, no importaba, ese sujeto bailaría sin parar hasta que las bocinas guardaran silencio.

Era un vendedor ambulante, regularmente usaba ropa cómoda: jeans holgados, playeras que ocultaban su verdadera complexión por varias tallas, su melena larga y lacia le cubría la mitad de la cara, un tipo de tez clara con una tremenda manía por sacudir la cabeza y bailar, tal vez su verdadero interés jamás fue vender discos.

Todos los domingos sin falta, colocaba unas rejas de refresco vacías, su equipo casero de sonido, un walkman cd player y una pequeña caja de zapatos con las ofertas del día, ninguna realmente interesante... Sin embargo, podías verlo hacer pogo, saltar, realizar el más desnucador headbanging posible sin moverse de su lugar.

Alguna vez traté de charlar con él, quería saber su motivación o cuales de las rolas que vendía disfrutaba más, jamás pude tener una respuesta coherente, me ignoraba o se limitaba a responder "si". Así era todos los domingos.

Añoro uno de esos eskimos de cajeta: a veces tomar tu mano (acción casi imposible entre el mar de personas que nos rodeaban), y deambular entre puestos de comida chatarra, aromas contrastantes, películas piratas y esos puestos coloridos con frutas y verduras de temporada. Hoy más que nunca, extrañé esos domingos en los suburbios.

Creo que en relalidad había nada de especial en esos fines de semana: caminar una considerable distancia (era yo un holgazán), pasar entre el tumulto de personas, comprar unas chips con el señor del carrito que, en una jugarreta increíble, evitaba el cobro por el espacio utilizado en el tianguis usando un puesto rodante: mitad triciclo, mitad vitrina, la gente se formaba en algunas ocasiones para pedir las insanas frituras, que delicia carajo, como extraño todo eso.

Fue un terrible golpe de nostalgia. Seguido del paseo dominical, podíamos ver una película en tu cuarto, no necesariamente algo novedoso o muy especial, a veces cualquier película; otras ocasiones podíamos quedarnos dormidos hasta la hora de la cena o hasta que tu gato, o algunos pasos, nos ponían en estado de alerta, había que guardar las apariencias, jajaja, que tontos éramos. Aún puedo percibir el aroma de tu espacio en la casa: ropa limpia, un poco de suavizante, tratamiento para la piel, cremas, un toque de plástico y a veces el fétido hedor del río que, hacía varios años, había muerto para dar paso a un canal de desagüe, justo detrás de tu calle. Tus cobijas, las sábanas delgadas, tu colchón hundido justo en el espacio que yo solía ocupar, aún puedo percibirlos. ¿Aún tienes alguno de esos pósters en tu armario roto?


¿Por curiosidad tendrá estatuillas teotihuacanas?

Debajo de aquella cama individual podías encontrar todo tipo de objetos anidando, marcando el piso con sus formas gracias a todas las capas de polvo y pelusa que se habían acumulado al rededor de ellas. Jamás quise revisarlas. Prefería dejarlas ahí, desvaneciéndose, volviéndose parte de las penumbras que nadie se atrevía a alterar.

Tal vez aquella caja contenía la ropa de mis tíos, aquellos que se habían mudado hace muchos años al gabacho y que solo habían podido llevarse unas cuantas prendas y el dinero que pudieron obtener de algunos puestos de mercado- traspasar sus vidas, dejar atrás sus responsabilidades e iniciar desde cero-, admito que yo no me he atrevido y por eso los admiro, aún así, ¡qué descaro! mira que largarse del país dejando sus chinches acumulándose por todas partes: esa ropa vieja, inservible, que solo acumula polillas y polvo debajo de mi cama, ¿por qué dejarla ahí si pudieron donarla o regalarla a gente que podría necsitarla? Tal vez no les dió tiempo de nada, el tiempo apremia cuando debes tomar decisiones estúpidas o muy serias, cada segundo cuenta y te acerca a tu objetivo, cada segundo es una pelusa más de polvo juntándose, entre los intersticios y recovecos de cada caja.

Aquel otro cubo de cartón pertenecía a una videocasetera beta que jamás utilizaron, posiblemente por la salida del VHS y el posterior VCD / DVD. Ahora es el recipiente contenedor de unas 10 estatuillas quesque antigüas - según la historia, uno de mis tíos la habría comprado a un arqueólogo de Teotihuacán, le vieron la cara.  Ya imagino con qué pretexto les habrán vendido toda esa mugre: ¡Son estatuillas antigüas! ¡En algunos años valdrán una fortuna! ¡No pierda esta oportunidad de volverse rico! Posiblemente todas eran falsas; alguna vez tuve la puntada de revisarlas y parecían estar hechas de arcilla común, muy porosa y de distintos colores. Esperaba con ansias que fuesen reales pero, de ser así, ¿por qué habrían de dejarlas justo en esta caja a que se sigan deteriorando? No valían ni un centavo.


martes, 20 de agosto de 2019

7:25



Das dos pasos más hacia adelante, no tanto, estás por rebasar la línea amarilla, escuchas alguna canción emanar de las pantallas que cuelgan por todo el andén, algún beat repetitivo, una puta canción de TRAP, da igual, no hagas caso.  No lo has notado, pero por lo menos 10 figuras desconocidas ya están rodeándote, no sé quienes sean, no quiero saberlo, no tienen por que saber de mi, el anonimato me permitirá continuar sin contratiempos este mal viaje, observa el suelo.

 La cercanía de las personas te incomoda, te molesta. Puedes sentir su maldito aliento en tu nuca, su olor, puedes saber si acaban de salir de casa sin desayunar pues su fétido vaho matutino se percibe en el aire viciado del andén, algunos aún huelen a cama, huele a ser humano... No ha llegado aún el tren y las personas ya se han aglutinado alrededor de los señalamientos de ascenso y descenso, una medida bastante inocua que pretendía dar un poco de orden a las caóticas mañanas en el transporte público. Todos ello(a)s son como moscas sobre un trozo de mierda, agazapándose, zumbando, moviéndose impacientes a que una enorme excremento salga de aquel túnel oscuro.

El contacto es constante, el roce es inevitable, algún pendejo está clavando su codo justo en el centro de tu espalda, te quejas, empujas, el dolor te hace reaccionar de manera violenta, aquel despreciable ser a tus espaldas reacciona de la misma manera, movimientos bruscos sin un fin concreto excepto chingar al prójimo; no hay voces, no hay llamados de atención, se oyen chiflidos, comienzas a sudar, se acerca el tren, sientes el aire siendo desplazado por esa enorme masa de metal, madera, plástico y miles de personas...

- Solo aguanta 3 estaciones más, solo son 3. Miras tu reloj, aún está en tu muñeca, deseas que cada segundo se desvanezca lo más pronto posible.

- Si llego a las 7:45 podré tomar el camión y evitar un retardo, esos hijos de su perra madre me descontarán 900 pesos si no llego a tiempo, que grandísima estupidez, como si todo el tiempo que les doy de mi vida no fuese suficiente, deberían pagarme por estar aquí, en este preciso lugar...

-¡Deje de empujarme cabrón!
- ¡¿Al chile le vas a entrar a los vergazos!? ¡Bájate pendejo!
- ...

Por fin hago contacto visual con el imbécil que no dejaba de apuñalar mi espalda, es una persona de no más de 1.50 m de altura, ha rebasado la categoría de pigmeo; lo que se encajaba detrás mío era su mochila llena de herramientas y manchada de yeso, posiblemente se trataba de un trabajador de las obras del sur, sus ojos tenían un color rojo intenso, podría estar crudo, enfermo, desvelado, drogado, cualquiera de las anteriores era una posibilidad. Sus ropas viejas desgastadas y adornadas por plastas de color blanco, botas con casquillo expuesto, una sudadera negra desteñida, una gorra amarilla con una hoja de marihuana estampada. Tenía mucho cabello, piel clara, brazos cortos pero fornidos, me llamó mucho la atención su rostro, chato, enrojecido, de rasgos toscos pero con una mirada tan relajada que daba la impresión de que el tipo estaba a punto estallar en llanto o no tenía idea de qué estaba pasando, tenía un tatuaje en la mejilla, no sé si era la virgen de Guadalupe o una vagina mal trazada. Déjalo, no vale la pena...

- ¡Dejen de mamar! ¡Se me hace Tarde! ¡Sáquenlo por culero! ¡Qué se vea! Las voces de aquellos que contemplaban ese show no paraban de dar indicaciones, pensé: se les cebó desgraciados, no les daré más espectáculo. Vuelve a mirar al piso, no descuides tu mochila...

Ya has abordado el vagón, has desafiado cuanta norma de la física existe y ahora compartes el mismo espacio con otras 8 personas que están fundiendo su cuerpo con el tuyo, la impenetrabilidad es la resistencia que opone un cuerpo a que otro ocupe su lugar en el espacio, ningún puto cuerpo debería ocupar al mismo tiempo el lugar de otro pero, ¿qué estas viendo? somos una masa sin forma, somos nada, somos todos y es algo insoportable, tengo asco, tengo ira, ¿podría evitar todo esto? Tal vez regresar con mis padres a los suburbios y trabajar en alguna mueblería, encargado de algún puesto comercial, chalán, maestro de la escuela local, mirar mi vida pasar entre ir al mercado, emborracharme y acudir a fiestas religiosas, tener hijos, llevarlos al parque más cercano evitando que la sin razón de mi existir vuelva a ocupar un lugar privilegiado en mis pensamientos, vivir "como DIOS manda", sentar cabeza- no gracias, no...

Respira, ahora son 2 estaciones solamente, mis pensamientos son interrumpidos (gracias) por la aguda voz de una joven que vende cables de corriente para celulares:

- ¡Se va llevar usted en esta ocasión, la promoción, la oferta única, llévese un cable para el celular, es universal, ya va calado, es de la marca Sorny!

De su bolso falsificado salen cientos de fideos multicolor, cientos de cables recubiertos de plástico, lombrices largas fabricadas a granel en China, dispuestas a funcionar mal por lo menos 1 semana y media, después serán desechables, pasarán a formar parte de las pilas interminables de basura que recubren grandes partes del planeta. ¿Esta niña pensará en el mal que hace al mundo? En que su oferta única e irrepetible es solo una forma informal de obtener ganancias mínimas, dar dinero a sus proveedores chinos, aceitar y dar un giro a la máquina, ser parte de las relaciones de trabajo que desde hace siglos permiten cambios materiales que benefician a unos pocos; trabajar, laborar, vender, comprar.

- ¡O si bien usted lo prefiere se va a llevar el lindo regalo para el niño para la niña, es la plastilina mágica boligoma!

-¿Cuántos vendedores ambulantes habrá por día en el metro? Una sola puta estación más, solo una más...

Entre vendedores ambulantes, gente malhumorada, carteristas, drogadictos, oficinistas que solo quieren obtener su bono de puntualidad para poder terminar de pagar su pantalla plana, aquella que sacaron en un puto Coppel y que ahora le acarrea una deuda de casi 52, 000 pesos, una cifra que excede por mucho su sueldo, pero bien lo vale, ¿o no?, todo este sufrimiento, toda esta monserga cotidiana para poder disfrutar una horrenda serie repetitiva y sin sentido por que, ¿qué más podrías hacer? Aguantar vara, no dejar de vivir, no dejar de esforzarte, ¿en serio?

Llegar a casa, comer lo primero que encuentres en tu refrigerador (mismo que sigues pagando), buscar alguna recomendación en la televisión por cable: serie extranjera, película animada genérica,  contenido "sof tporn", cualquier "movie" basada en un best seller,  está bien mientras puedas evitar pensar en que el próximo día será exactamente igual.

Se escucha un sonido grave, se abren las puertas, vuelvo a sentir los empujones, pies se mueven de forma errante, evitan tropezar, van de puntitas o dejan caer todo su peso sobre el piso, creo que todo está en orden, creo que no he sido robado, ahora evita a la multitud fluyendo hacia las escasas salidas.

- Si el "pecero" ignora por lo menos 2 semáforos, podré llegar sin contratiempos, tal vez hasta pueda tomarme un café con calma. ¡Puta madre! No funcionan las escaleras eléctricas. Hace calor, pero al menos ya no puedo percibir la presencia de todos esos seres, al menos no tan cerca de mi. Puedo diluirme nuevamente entre los recovecos de esa enorme masa, atravesar los torniquetes, esquivar algunos puestos ambulantes, subir las escaleras, acelerar mi ritmo cardiaco, ¡ahora por lo menos puedo ver la luz! Detesto el aroma a garnachas por la mañana, ¿cómo demonios puedes comerte 2 gorditas a estas horas? Camina, no, mejor trota, ¡corre! evita caer de nuevo en esta maraña, te esperan 30 minutos más antes de llegar a la oficina, con suerte te irás sentado, si vas de pie ya cuentas con alguna lectura ligera, no habrá problema.

Respira.

lunes, 3 de septiembre de 2018

¿Estás al Tiro Phife? 1

Fue como en cualquier otro domingo: una vuelta con el Patas al tianguis, buscando rolas, puestos con cartas, anime, esquites, más discos, a lo mucho 30 pesos en las bolsas y todo parecía ser una oportunidad; chácharas, playeras de paca, discos otra vez... Amábamos ir a comprar CD´s y babear por las ediciones originales que vendía un señor al fondo del tianguis (jamás le comprábamos y solía hacernos gestos hasta que el Patas ahorró para conseguir un disco de Placebo), aquel era uno de los últimos puestos que guardaba todo tipo de joyas inaccesibles para dos pubertos sin mesada, por lo que nuestra opción razonable para saciar las ansias de capital cultural eran (por su pollo) los puestos de copias ilegales. 

Había algo de la marginalidad del barrio que me encantaba: me gustaba pensar que no era el tipo nerd de la secundaria que jamás ejercitaba su cuerpo, el tipo al que jamás invitas a jugar fútbol o al que pones de portero, aquel carnal del Game Boy que nunca decía malas palabras y sacaba puro 10, el dude que nunca se defendía pues a veces no entendía improperios... Vagando por las calles de Mordor, acercándome a los "Sabios" y escuchando sus recomendaciones, aquel vatillo bien portado se quedaba en casa, a descansar, ver caricaturas y ñoñear, en ese momento de compras compulsivas yo no era yo; mi otro ser escuchaba rolas "malas", era rudo, aprendía sobre ska español, le gustaban esos fanzines gachos, punk en mi idioma, interminables rolas de Surf sin voces, bandas argentinas líderes de multitudes y (bendito sea el cielo) Hip Hop.

Difícilmente conocía sobre cultura popular, no veía tele más que para ver Los Simpsons y programas de videos musicales; en aquella época MTV no era opción para alguien en mis condiciones, para mi no había otra cosa que Much Music y las rolas que vendían en la "piratería de calidad" (cerca de Abedules calle infame); al acercarme a aquel puesto, yo sentía que al menos era parte de algo, gente que sabía lo que escuchaba, que compartía el gusto por sonidos fuertes, estridentes, extraños. Me gustaba mucho el rap, pero no era MC Hammer, no Bobby Brown o las rolas descafeinadas de Will Smith que estaban de moda, después de descubrir a 2Pac y NWA mi curiosidad creció sin remedio, quería saber más. Para ser honestos, con broncas entendía las rolas, pero había algo mágico e hipnótico en aquellos discos, una fuerza aplastante que era amplificada por ese buffer jodido que tenían en el puesto, ya saben, esos bajos que puedes sentir por todo el cuerpo, todo mal ecualizado...

A veces me divertía verlos, otras veces me incomodaban, los "Sabios" que atendían aquella carpa en el tianguis, en realidad eran personas al rededor de los 30 que aún vivían con sus padres y que tenían alma emprendedora (no así mucho dinero), alcoholismo socialmente aceptado y una gran colección de piratería "distinta" era lo que ofrecían a los marchantes; posiblemente se abastecían en Tepito, conseguían discos viejos con serigrafía y portadas impresas en papel corriente, sin embargo, "eran discos calados", lo más cercano a una garantía de compra: - "si no suena después de una semana, tráelo y te lo cambiamos"- sus promesas, regularmente incumplidas, se veían compensadas por la posibilidad de escuchar otro disco nuevo con un nada despreciable descuento (pinches ratas).

Aquellos lacras, solían beber cerveza de la botella, solo caguamas Corona, a veces en bolsa de papel para disimular; fumaban marihuana y enrollaban porros de forma "discreta", era todo lo malo que por años evité al considerarlo inapropiado. Aquellos camaradas eran viciosos y mal hablados, molestaban a los paseantes malagradecidos (todo aquel que no compraba) y mantenían el local atascado de adictos, para un puberto invisible con sobrepeso, se trataba de un mundo novedoso y divertido.

Fue en una de estas tardes de domingo que escuché por primera vez A Tribe Called Quest, pese a que no entendí nada en aquel entonces, esos beats secos, repetitivos con fondos cambiantes de jazz, bajos profundos, "rebajados", y las letras más inteligentes que el rap ha tenido (en sus palabras y de sus admiradores), retumbaron en mi mente y oídos, tenía que conseguir ese disco...


You on point Tip?




martes, 3 de abril de 2018

Link

No sé por cuánto tiempo sonó la alarma, tal vez molestó a los vecinos por días sin que pudieran hacer algo al respecto, pude escuchar todas las cosas que decían pero preferí mantenerme inmóvil frente al monitor: recorrer cientos de archivos, sin reconocer ningúna imagen mía, ningún álbum me parecía familiar, yo no estaba presente en esas fotos. Tenía que cortar el enlace.

Subir las escaleras fue una tarea titánica sin precedentes,  cada escalón parecía alargarse y ensancharse en la medida en que me acercaba al siguiente piso, no tenían fin; algo se movió, una flecha despedazó el silencio, pude sentirlo, era su mente derramándose, regándose por todos lados. Todo parecía suceder cerca de mi, pero no pude verlo, estaba a escazos milímetros, siempre tan próximo.

Enciéndelo, ¡pulsa el maldito botón! No lo apagues por piedad de DIOS... ¿Qué se supone que debo hacer aquí? Afuera no me espera nada, no hay nadie. Puedo sentir el vibrar del teléfono, pero nunca llamaste. ¿Qué habrías hecho tú en mi lugar? Corté en enlace.


lunes, 2 de octubre de 2017

De vuelta a la normalidad

     Resulta que la solución a todos los problemas de la gente afectada por los sismos, son tarjetas de apoyo... ¡¿¡¿En serio?!?!?! ¿Reconstruir Chiapas y Oaxaca? ¡Cómo no señoras y señores! ¡Haaartas tarjetas para todos! ¿Se acuerdan de las tarjetas de Soriana? No se dieron una, yo creo menos, ¡unas 5! Esa es la maldita desfachatez con la que ahora pretenden "reconstruir" los sitios azotados por meras "catástrofes naturales", el origen de estas desgracias no es solo un capricho de la tierra, es la corrupción que se ha arraigado a la clase política, un grupo social totalmente alienado, desmarcado por completo de las realidades vividas en México, esa clase que ahora se vanagloria por sus actos desinteresados tras la desgracia, ¡¿no me creen?! Esto no es choro mío, aquí las declaraciones del día de Enrique Peña Nieto:

"Agradezco a los miles de funcionarios públicos que se han dedicado a la reconstrucción del país [...] a la marina que pasó a sus casas, o a lo que quedó de sus casas" ¡Así es! ¡Esas fueron las palabras de este grandísimo animal! ¿Donde quedó la organización civil? ¡¿Agradecer a los funcionarios!? Esto no es una simple delclaración desafortunada, es un caso extremo: una muestra de desinterés y desconocimiento social que debe ser cercana a la locura, sociopatía, no lo sé. ¿¡Lo que quedó de sus casas!? ¡Gran jijo de la chingada! las casas no se destruyeron solo por el sismo, está de fondo el desinterés, la falta de empatía, la corrupción de tanto gobernador (de todos los partidos), es una enfermedad social que yace en las entrañas de los políticos del país, el desmembramiento social a gran escala, ¡¿eso se arregla con 15 mil pesos en una tarjeta?! Para Peña (y seguro muchos payasos en el ámbito político) sí.

Más declaraciones:

"Le encargo a las mujeres de la casa que cuiden que se gaste el dinero en la reconstrucción [...] es importante que lo cuiden, no se los vayan a robar". ¡Este ser repugnante además de machista admite con todo sinismo que pueden hurtarles el dinero debido al clima de inseguridad! ¡a el le vale madre garantizar la seguridad de su población! Eso no pasa jamás, mucho menos en Peñalandia...
Peña: "Daremos descuentos para la reconstrucción, sé que el poder de compra que tienen no alcanza, es mayor que lo que podrían pagar, agradezco a los descuentos de casas provedoras [...] adicionalmente tenemos agencias de viviendas [...] Sus casas tendrán mayor resistencia a los embates de la naturaleza" ¡Con estas tarjetas se llevará a cabo la reconstrucción del país! ¡Y ya está! Simplemente no podía creer lo que decía este inepto, era un show, un comercial pagado por el gobierno, no es nada nuevo en absoluto pero, no sé si debido al shock del sismo, ya no puedo soportar más... ¡NO es momento de felicitar a las agencias de vivienda! ¡son posiblemente las mismas que gestionaron las construcciones que sepultaron a tanta gente en septiembre! Y Peña las felicita públicamente... Este caso no es locura, debe ser un mal mucho más grave, sus posteriores declaraciones no fueron mejorando:

"Desde hoy, ya pueden comprar materiales o recursos en efectivo, ya sea para el autoempleo o para pagarle a un maestro albañil para recuperar sus viviendas", así es, con esto queda reconstruido el país, el auto empleo, la informalidad, una lanita, una torta, un refresco, una tarjeta de Soriana... ¡¿Cómo poder seguir tolerando esto?! ¡¿No les causa rabia?!

¿Será el miedo? ¿Será que nuestra memoria se ve afectada con cada mamarrachada que acontece en el país? ¡¿o cada declaración pendeja de Peña nos hace pensar que todo se trata de un mal show de comedia?! Basta de tanta pinche risa. No podemos regresar a esa NORMALIDAD.
A todos mis camaradas, más allá de sus muestras de solidaridad con la gente que lo ha necesitado, mucho más allá de su gran esfuerzo y dedicación, es demasiado pedirlo, pero ya no soportemos más todo esto.

Hagamos un ejercicio real de empatía, volteen a ver a su alrededor: fuera de Facebook, lejos de las noticias pendejas de Televisa, y tan cerca como dar un vistazo a su colonia, a las personas en situación de calle, los avisos sobre gente desaparecida en el metro, ¡las alertas por feminicidios que no han cesado! Tras las catástrofes viene el miedo y la incertidumbre, ¡pero en este país no podría haber más falta de certeza! Esa delgada línea que permite al ser humano responder ante las amenazas mortales, ¡no hay mayor amenaza a la vida de la gente que personas sin interés por sus iguales! ¿no somos iguales? ¿Tal vez soy yo el que vive alienado? Las matanzas no se han acabado, la corrupción no se ha terminado, y la clase política, la misma de siempre (no importando su color) no piensa dejar su lugar.

Esa misma clase política privilegiada se prepara para continuar un ciclo que parece eterno, se están frotando las manos pensando en el botín que les espera el siguiente año. Yo no creo en la clase política, creo que debemos terminar con un sistema político corrupto, totalmente fuera de sus casillas... Eliminemos a los partidos políticos, pensemos en formas alternativas de gobierno, ¡o no! tal vez hasta en utopías.

Esto es solo un llamado desesperado a recuperar el sentido común: no dar mordidas, exigir trato digno en todo ámbito (incluyendo el hogar y el trabajo), respetar a todas las personas sin importar sus particularidades, saber que son seres humanos, mantener la indignación y el coraje para encaminarlo a generar cambios, reconocer que todos somos trabajadores (independientemente del sueldo) y que no somos dueños de los medios de producción, superar el miedo y saber que, pese a la incertidumbre y la aparente falta de soluciones, nuestros actos pueden ser un buen inicio.

Les solicito un ejercicio de empatía más allá de cualquier atadura virtual, charlar con otras personas, actuar en sociedad ¡tal como se ha hecho en los recientes eventos desafortunados! Saber del descontento de otros, podrá no parecerlo, pero tenemos taaanto en común y no nos atrevemos a decirlo.

En caso contrario, podemos regresar a la NORMALIDAD.